
¿Qué es la comedia?
La comedia es un género principal o súper género que se caracteriza por ofrecer una visión humorística de la realidad.
Junto con el súper género de acción cómo es el preferido por el público y el más universal e intemporal, porque puede llegar a todas las edades y públicos.
Una de las reglas esenciales es el final feliz, que en generl no se cumple en las comedias agridulces o, en aquellas en las que los elementos dramáticos priman sobre los cómicos.
El objetivo primordial del género es el entretenimiento pero también, en algunos casos, la crítica social y sobre todo en la televisión el retrato costumbrista.
Los diálogos y sus subtextos son de gran importancia, más que el exhaustivo despliegue técnico, propio de otros géneros como la acción.
De ahí la presencia de este género principal en los programas de entretenimiento de la televisión.
El guión y el guionista, en consecuencia, toman en la comedia una especial relevancia.
¿Cuále son las características de las tramas y argumentos cómicos?
- Las tramas suelen partir de situaciones simples que se complican hasta crear una atmósfera de enredo y confusión.
- Uno de los argumentos más habituales es la dificultad de establecer un primer contacto amoroso o, más exactamente, sexual.
- Los elementos dramáticos principales son la sorpresa constante como lo exagerado, absurdo e imposible, los malentendidos, la agresividad física y en muchos casos la destrucción total de objetos y decorados .
- Las situaciones de clímax que el espectador espera en una comedia son aquellas en las que los personajes cometen todo tipo de errores, abren y cierran puertas, entran en la habitación equivocada, se esconden en armarios y resuelven mil peripecias para terminar felizmente.
- Además, se desea transmitir una idea de felicidad, también son de Gran relevancia el vestuario, las fiestas, las playas paradisíacas y las locaciones de ensueño.
¿Cuáles son los tipos de comedia?
Dada la extraordinaria amplitud temática del subgénero, se pueden establecer los siguientes tipos:
- Comedia agridulce
- Americana
- Comedia de batalla de sexos
- Coral
- Comedia dramática
- Comedia de enredo
- Erótica o sexual
- Comedia española
- Fantástica
- Comedia inglesa
- Italiana
- Comedia musical
- Negra
- Comedia política
- Publicitaria
- Comedia realista
- Romántica
- Comedia screwball
- Comedia de situación o sitcom
- Slapstick
La comedia francesa
No es el más distinguido de los personajes. Más bien, nos hace reír de la burguesía, de la aristocracia y de cualquiera que luzca una sotana o un uniforme.
La comedia francesa, teñida de un acento de clase trabajadora, comenzó a vender con la verborrea de un vendedor callejero en el puesto del cine de los años 30.
Grandes hombres como Jules Berry, Michael Simón, Harry Baur y Arletty participaron en la celebración de las ventas de bodebiles y farsas vulgares que, salvo con unas pocas excepciones es mejor no mencionar.
Para olvidarse de los uniformes, ¿porque no ponerse un smoking o unos zuecos de campesino? Guitry y Pagol, renegados del teatro, realizaron comedias ingeniosas y cáusticas o tiernas, mitad falsa de dormitorio, mitad vodevil.
Para Pagnol, el espectáculo de la pantalla era la palabra, el único espectáculo. durante décadas se le negó el derecho a llamarse realizador.
Con él surgió todo un mundo nuevo borracho de discusiones familiares tempestuosas o, como en su “trilogía de Marsella”, lleno de las amistades más fáciles y desprendidas.
Nunca se podrá exagerar la generosidad del director hacia sus personajes, cada filme contiene momentos de bella retórica, no exenta de una oscura gravedad.
Bajo los ardientes cielos de Marsella o Toulon, pañol inventó un realismo robusto y profundo que encajaba perfectamente tanto en la sátira de Regain, es la comedia generación perdida.
En sus películas, las almas inquebrantables aparecen llenas de verborrea y exuberancia pero también en un sentido ético que pocas veces se encaja en la moral oficial.
Una obra maestra de la comedia
Su obra maestra incuestionable, “La mujer del panadero”, despliega un deseo de conciliar las exigencias de la naturaleza con los tabúes de la sociedad y Raymond ofrece a la palabra una colección increíble de imágenes, especialmente a la palabra amor.
En esos años, René Clair hizo “El silencio es oro y mujeres soñadas”, Claude Autant-Lara La Traversee de París, Jacques Becker, la muy divertida Francois premier, una comedia de anacronismos, que jean Marie Poiré recordaba demasiado bien cuando realizó los visitantes.
Después de la guerra, Fernández gobernaba la taquilla con sus farsas y guiños de music Hall.
Fue seguio por una persona vital que se había encasillado en papeles secundarios, Luis de Funes, estrella de los años 70.
Las películas que hizo Jean Girault, desde grandes vacaciones hasta el gendarme de Saint Tropez, no eran obras maestras, pero eso no evito que se convirtieran en enormes éxitos.
Gerard Oury le dio los mejores papeles a fuentes en el hombre del Cadillac, la gran juerga y las locas aventuras de Rabbi Jacob, qué no buscaban risas fáciles sin hacer comedias sólidas, meticulosas y humanistas con una amplia visión del mundo.
Poesía que da risa
Pierre Richard aportó un poco de poesía soñadora, especialmente en las películas de Yves Robert o Claude Zidi ( El gran rubio con un zapato negro).
Por su parte, coluche, a punto de estallar de vulgaridad agresiva, refino su personaje de matón cómico, un chivo expiatorio que buscaba venganza, en películas como el inspector chapuzas.
Al igual que coluche, la banda de los Bonzes vino del café teatro francés y se dirigió al sol de los clubes de vacaciones guiados por patrice Leconté (había comenzado en los libros cómicos) para renovar nuestra forma de reír.
Esa nube ácida con un toque de sátira encantó a millones de espectadores que apenas se vieron repelidos por una pizca de maldad.
Esa fue la receta con la que Ettienne Chatiliez, antiguo director de publicidad cómo se asentó con unas crónicas familiares de Gran éxito (la vida es un largo río tranquilo o tanguy), ¿qué hacemos con el niño?.
Decir comedia no tiene porqué implicar necesariamente algo cómico, por lo que volvamos a la Nouvelle Vague y recordemos los elegantes arabescos agridulces y musicales de Michael Deville o Philip De Broca, con quién es la hora de reír era siempre un rato exquisito.
La comedia de tortazos
Su precursor fue francés. desde 1910 a 1920 , Max Linder obtuvo fama internacional por sus papeles de juerguista conquistadora que siempre salvaba la dignidad ante la adversidad.
Chaplin incluso rindió homenaje al humor de Max tomando prestados algunos de sus chistes (la inauguración de la estatua en luces de la ciudad). En 1921, Max Linder realizó en Estados Unidos sus mejores películas:
Los tres mosqueteros y 7 años de mala suerte (con el famoso número del espejo roto, frecuentemente retomada por los hermanos Marx).
En el Hollywood de los años 20, la comedia de tortazos triunfo gracias a Mack Sannett y su emprensa Keystone.
Los chistes dejaron de estar al servicio de la historia para convertirse en la historia
Las películas las terminaban con peleas de tortas o con el protagonista huyendo de los salvajes keystone cops.
El catálogo de sennett incluiría a Chester Conklin (el campesino listo), Fatty Arbuckle( cuyo tamaño era inversamente proporcional a la ligereza de su humor) y Ben Turpin, con sus increíbles imitaciones de Erich Von Stronheim, rodolfo valentino y harold Lloyd.
De hecho, Harold Lloyd fue una de las estrellas del gran competidor de Keystone: Hal Roach, el productor que inventó la comedia de tortazos lentos.
En sus películas coman los protagonistas se adelantan a los desastres, los esperan, los temen y ven cómo se les echan encima, pero no pueden evitarlos.
Está absurda fatalidad fue el sello del dúo cómico más famoso del mundo con El gordo y El flaco, la víctima ingenua y el exasperado ejecutor.
Sus peleas sadomasoquista siempre descendían hasta convertirse en aterradores rituales que reflejaban la dualidad del hombre: tener tanto miedo de estar solo, como de estar acompañado.
Aparte de Charles Chaplin, el intérprete que mayor huella dejo en esa época dorada de lo irreal fue Buster Keaton.
Desde sus comienzos en el escenario con sus padres, El joven Buster sobresalió por una agilidad que le ganó el apelativo de hombre de goma.
Si el concepto que tenía Chaplin del mundo era esencialmente sentimental, el de Keaton se veía limitado a un optimismo melancólico.
En la ley de la hospitalidad, el navegante y el maquinista de la general, Keaton se enfrenta a fuerzas amenazadoras como un espantapájaros desventurado.
La única consigna consiste en utilizar los obstáculos que le realizan como trampolines para avanzar y crear sus obras maestras de oscura buffon ería, como la escena de la ley de la hospitalidad, en la que realiza un doble salto mortal y atrapa a su prometida en el aire, salvando la de ser arrastrada por un torrente. O en el navegante, ese momento mágico de los huevos en equilibrio sobre la espátula.
Keaton es el único geómetra tierno de la historia del cine. Sus películas son pura mecánica imbuida de gracia.
La comedia americana
Eran hermanos. Julius se convirtió en Groucho porque siempre estaba protestando; Leonar se llamó Chico porque le gustaban las chicas; Adoloh Arthur tocaba el arpa, por lo que se convirtió en Harpo.
En el escenario eran los 5 hermanos Marx, aunque en la pantalla solo había tres. En pocos años volvieron loco a Hollywood arrojando alegremente por la ventana el conformismo intelectual y moral.
Chico era el persuasivo que engatusava a los demás con complejas conspiraciones que solo él lograba comprender. Harpo era el mismo que se expresaba con una gama escandalosa de gestos y que cortaba con un par de tijeras todo lo que sobresaliera: corbatas, las colas de un smoking, sombreros. Y luego estaba groucho.
Fields Vs. Marx
Para sus aficionados, se trataba del más estrambótico y feroz de los tres. hoy, casi todo el mundo es más o menos un “marxista de la variedad groucho”.
Durante su breve carrera, cuyo punto culminante fue sopa de ganso, de Leo Mcarey, los hermanos proclamaron un sinfín, con la ira de unos breves bárbaros, su odio hacia los poderosos y su desprecio hacia los cobardes.
Está claro que eran benefactores de la humanidad. A W.C Fields también le gustaba provocar, aunque con más insidia.
El mundo de los hermanos Marx está tenía los días contados porque él le puso minas. Su problema es que el mundo le había hecho lo mismo a él.
Acabaron aniquilando se los unos a los otros. todos conocemos su famosa frase:
“alguien que odia a los niños y a los animales no puede ser tan malo”.
En sus películas (las mejores de las cuales fueron The Man no the Flaying Trapeze y Nevera Vive a Sucker an Even Break) roba y le roban, oprime y le oprimen, engaña y le engañan.
Su deslumbrante vocabulario le asemeja a los hermanos Marx pero, al contrario de ellos, para Fields las palabras son armas de defensa que le permiten resistir más o menos los golpes que vuelan en su dirección.
Herederos de la comedia
Los herederos de la tradición de la comedia son Mel Brooks, que hace parodias de películas antiguas (El joven Frankenstein,1974) y empuja lo absurdo hasta sus más distantes límites (los productores,1968); y Jerry Lewis, no muy querido por los americanos, sin duda por darles una imagen de sí mismos esquizofrénica y no siempre halagadora.
En su obra maestra el profesor chiflado de 1963 Jerry interpreta a un americano feo y patoso de clase media con un corazón de oro que se transforma en body love, el símbolo del sueño americano: vulgar, masculino y arrogante.
No sorprende que “ El charlado de Hollywood” fuese marginado durante tanto tiempo por los suyos.
Un género perfecto
Todo eso contribuyó al talento de un género que el cine americano llevó a la perfección en los años 30: la comedia americana. sus nombres fueron Howard Hawks Leo Mcarrey y Gregori La Cava.
Los actores con los que trabajaban eran James Stewart Gary Cooper y Cari Grant. Las actrices, Karol lombard, Irene Dune y Katharine Hepburn.
De trataba de películas en las que el ritmo superaba a la forma y que a veces estaban guiadas por parejas de culto como Myrna Loyd y William powell.
Se dice que Hawks solía llevar un metrónomo al plató para conseguir la velocidad que quería de sus actores.
De hecho, en su luna nueva, Rosalind Russell pronuncia sus frases a la velocidad de una metralleta. Duro, muy duro.
Cari Grant explicó los motivos por los que Irene Dunne nunca ganó un premio de La academia:
“era tan buena como su tiempo era tan magnífico, que te hacía sentir que interpretar comedia era fácil. Si hubiera hecho lo contrario, habría ganado todos los premios punto”.
Cine Negro Vs. Comedia
Al contrario que el cine negro, la comedia Americana no era una herramienta con la que combatir a la sociedad. En las comedias, el enfrentamiento de clases se resuelve con un predecible final feliz.
La obra maestra del género es de Howard Hawks, “La fiera de mi niña”, en la que un paleontólogo tropieza con una tal señora Calamity, dueña de un leopardo que adora la canción “ i can’t give you anything but love, baby”.
Con brillantes y un toque casi surrealista, Howard Hawks y su metrónomo persiguen a esos deliciosos necios mientras se unen en una locura contagiosa y poderosa.
En los años 50, Lauren Bacall y gregory peck se ofrendan en mi desconfiada esposa, de Vicente Minnelli.
Él es un periodista deportivo y la invita a un campeonato de boxeo. ella grita. Es diseñadora de moda y frecuenta la alta sociedad. E él le molesta. Es el arte lo que devuelve la armonía a la pareja.
Las estrellas de la comedia eran Judy Holliday la pareja formada por Doris Day, Rock Hudson y La fabulosa Kay Kendall.
La pérdida de la gracia
Todavía se hacen comedias americanas aunque son más banales y lentas que en el pasado.
En Pretty Woman, la protagonista está sentada en la bañera viendo el final de charada, rodada un cuarto de siglo antes. Gary Marshall es un realizador competente y Julia Roberts y Richard Gere son buenos.
Pero en esos pocos segundos, somos conscientes de la distancia que les separa de Stanley Donen, Audry Hepburn y Cari Grant.
¿Nostalgia?, ¿Conservadurismo? No. Tan solo el sentimiento de que se ha perdido un secreto. Tal vez la gracia.
La comedia italiana
Extremadamente tímida. Así es cómo apareció por primera vez bajo Mussolini, íntima y llena de susurros. Después de todo, no se podían abrir las ventanas al realismo social de la época.
A pesar de ello como el antepasado de la comedia italiana, Mario camerini, metió la nariz para ver que estaba ocurriendo en las calles.
Las cosas no iban bien. Lo demuestra en un puñado de películas olvidables, si no hubiese sido por Vittorio de Sica, ese actor tremendamente simpático que presentaban.
Una vez, De sica se colocó detrás de la cámara, la espera había terminado y el neorrealismo estaba en camino; no había muchas ganas de reír.
Las excepciones fueron Zampa y Monicelli, qué optaron por la risa y atrajeron a millones de espectadores desanimados por la austeridad de Rossellini.
En los años 50, la península se dejó seducir por las comedias de compromiso, prefiriendo los regionales y pintoresco a la crítica social.
Risi y Comencini, todavía con dudas, orquestaron con desenvoltura duelos de un interés político limitado.
¿Qué sostén ganará, el de Gina o el de Sophia?
En los años sesenta y setenta como la ironía y la ferocidad entraron en acción punto fue la época dorada de la comedia italiana.
El contexto social se agudizó aunque con una ligereza iconoclasta. Tras alcanzar su madurez, Comencini y Risi dieron rienda suelta a su hija, apoyados por el propio De Sica y por Germi y Scola, seguidos algo más de distancia y cierto gusto por las fábulas filosóficas de Ferreri.
Sus películas consideraban un honor ser olorosas, sucias, malas pero, especialmente, de una gracia irresistible hasta llegar al peor de los malos gustos.
Rumor se disparaba con frecuencia a través de sátiras plagadas de monstruos, cobardes cómo estás, mentirosos e hipócritas, en otras palabras, un pequeño retrato de todos nosotros .
Hubo una pareja imperial y llena de glamour que enalteció esa Hola satírica devastadora: Sofía Loren y Marcelo mastroianni.
Hicieron 15 películas juntos. Un cuarteto de fanfarrones machistas, asediados por todos los problemas bajo el sol, consiguió imponerse: Alberto Sordi, Vittorio Gassman, Nino Mandredi y Ugo Tognazzi.
Diez años más tarde como a la comedia italiana se había dado sus frutos cómo cambio de tono. Moretti y Benigni hicieron que nos riéramos del partido comunista o de la deportación.
A veces, la risa se nos quedaba atascada en la garganta. No es sorprendente, si se están estrangulando tabúes.